Lobo
Luis
Miguel Domínguez
Erasmus
2024
175
páginas
A
Félix Rodríguez de la Fuente le queremos mucho. Al menos los que pertenecemos a
esa generación a la que le salieron los dientes y los granos de la pubertad
viendo sus documentales sobre el lirón careto y el quebrantahuesos. Si alguien
quiere fomentar el conservacionismo, lo más importante será transmitir mucho amor
por la naturaleza, un amor contagioso, un deseo de compartir con ella el viaje
que supone esta aventura de vivir. Luis Miguel Domínguez (Madrid, 1963) está
atravesado por esta suerte de amor, por la naturaleza y por quien califica como
maestro de vida, porque Félix Rodríguez de la Fuente «nos había enseñado que la
cuestión más importante a la hora de defender nuestra fauna era su libertad». Y
a continuación añade una pregunta para explicar el impulso del que nace este
libro: «¿Cómo, por tanto, íbamos a aceptar directrices para la existencia del
lobo y no del urogallo o del oso pardo, pongamos por caso?».
Directrices
para la existencia del lobo, dice. Sí, porque de todas
las especies que recordamos que aparecían en El hombre y la tierra, el
lobo es la única sobre la que se tiene que establecer reglas complejas. Para
las demás, basta con la protección a través de derechos que nos resultan naturales.
Existe un acoso falaz contra el lobo por parte de colectivos interesados,
muchos de ellos crematísticamente, y eso hace imprescindible la exposición de
motivos a su favor, de razones que le protejan y que consigan que todo el mundo
se enamore de él, como nos enamoramos de la luna. Domínguez consigue, en esta
obra, una cierta sacralización del lobo que obedece a una clara motivación que
tiene que ver con el amor.
Lobo.
Historia, ciencia y conciencia, es un tratado que reúne
muchos saberes y múltiple erudición. Domínguez toma ideas de distintas ramas del
conocimiento y nos las expone con sencillez, aunque con frases a veces demasiado
largas. Atravesaremos la defensa del lobo desde perspectivas históricas, antropológicas,
políticas, biológicas, ecológicas, psicológicas, etc. Se van refutando
cualquier razón para ver en él a un enemigo, desde las que atañen a los
infundios de asociaciones que pretenden conseguir subvenciones o de colectivos
de caza que solo quieren disparar para ponerse medallas, hasta las que pasaron
a considerarlo una especie peligrosa a través de los cuentos de hadas. En buena
medida, esta obra es una revancha intelectual, pero escrita sin ningún tipo de
animadversión, porque lo que se impone es el amor sincero por la naturaleza.
Y,
mientras tanto, consigue aumentar nuestro respeto por el lobo, exponiéndonos
cómo ha llegado a implantarse en nuestro imaginario colectivo como gran
leyenda. Y las leyendas son literatura, cultura, son parte del pueblo y son, si
las entendemos con cariño, sabiduría. La única pega que cabría ponerle a este
libro es que es posible que solo lo lean quienes ya están convencidos. Pero ese
desastre tal vez pertenezca a un ámbito más sociológico. Luis Miguel Domínguez
y su editor han hecho, y muy bien, su parte del trabajo. Ahora nos queda a los
demás la obligación de divulgarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario