miércoles, 2 de octubre de 2024

TIRANA MEMORIA

 

Tirana memoria

Horacio Castellanos Moya

Random House

Barcelona, 2024

315 páginas

 



Acostumbrados a que nos inciten a creer en que la historia es el movimiento de los que empujan, no está mal recordar que la que nos afecta es la parte que no se acostumbra a relatar, que es el movimiento de los que son empujados. La recuperación de Tirana memoria supone, en este sentido, recuperar también una de las partes más esenciales del espíritu de la narrativa, que es la de hablar de quienes padecen la historia. Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, 1957) nos sitúa en un país centroamericano y en el año 1944. Esta elección no es baladí: si hablamos de esas fechas, parece que sólo podemos mencionar el gran acontecimiento mundial, que era una guerra salvaje que abarcaba medio planeta. El caso es que en el otro medio también sucedían vidas y hacia allí, a esa especie de reverso de la historia, es hacia donde se apunta en esta obra. Por otra parte, mientras se han explorado en grandes novelas los ciclos de los dictadores latinoamericanos —El señor presidente, El recurso del método, Yo el supremo, El otoño del patriarca, Oficio de difuntos, etc.— enfocándose en ellos y su entorno, no está nada mal darse cuenta de que este mismo ciclo tiene también un reverso, como la historia. Este es el gran acierto de Castellanos Moya, que nos expone cómo afecta, directamente, una tiranía a unas personas que se implican en la vida política por propia voluntad o por voluntad arrojada.

El primer caso, el de la propia voluntad, es el de la gente que huye, escondiéndose, tras un intento de toma de poder. El segundo, al voluntad arrojada, es el de la mujer de alguien que ha sido encarcelado y que es, también, madre de uno de los que bregan en la fuga. El planteamiento literario es de contraste, dado que en el caso de la mujer se elige el diario y en el de los fugados se impone el diálogo. La mujer que escribe el diario tiene cuarenta y tres años, tres hijos y tres nietos, y confiesa haberse puesto a escribir como sucedáneo a las conversaciones con su marido, preso por ser crítico con el régimen. Resulta sorprendente, en nuestros parámetros actuales, que a esa edad haya sido abuela tres veces, un detalle que se menciona sin atribuirle una potencia específica, lo cual nos ayuda a imaginar que debe ser frecuente en el trozo de mundo al que se nos hace viajar. El diario es íntimo, pero es también una forma de no quedarse con demasiadas cosas para uno mismo, de expresar lo que nos provocaría un trauma. Pone en orden las necesidades y, en este caso, ayuda a suavizar las angustias. Porque esta novela trata mayormente de angustias. Y éstas cobran una forma más dinámica en los episodios que se alternan con el diario, que son una narración de párrafos cortos, con intervenciones constantes de los personajes en diálogos de frases breves. Se produce, así, una alternancia entre dos formas de relacionarse, una con un estilo más directo y que cabalga gracias a las voces de los protagonistas, y otra en la que parece buscar cómo entender lo que está sucediendo mientras reproduce lo más importante para sí misma.

El libro se encuadra dentro de la saga Aragón, una familia salvadoreña cuyo destino está ligado a la otra historia, a la que imponen los movimientos gubernamentales y los que manejan las armas. Es una novela de factura intensa, muy bien planificada y construida, que nos recuerda que no somos dueños de nuestro destino y, lo que es más grave, que la parte que condiciona nuestro destino está ubicada en algún lugar más bien negro.


Fuente: Zenda

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