La
guardia del alba
Maya
Jasanoff
Traducción
de María Serrano y Francesc Pedrosa
Debate
Barcelona,
2024
430
páginas
Venimos
de los conflictos. Será la dificultad de vivir, de salir adelante, de fraguar
un presente, lo que nos construya. Y esta construcción quiere decir, en
esencia, una forja moral. Explicándonos este devenir, Maya Jasanoff (Boston,
1974) comienza una biografía de Joseph Conrad que sorprende por un
planteamiento muy diferente al habitual. El lector no encontrará aquí datos y
acciones en orden cronológico, un seguimiento más o menos riguroso de los pasos
de Conrad, sino una serie de reflexiones que se van hilvanando a partir de la
obra del autor y de lo que se ha podido certificar a partir de una búsqueda detallada
de documentación. De lo que se trata es de descubrir al autor al tiempo que al
mundo en que vivió el autor, tanto el que se podría corresponder al estudio
histórico como al de la interpretación de sus novelas y relatos. Conrad ofrece
la posibilidad de visitar casi todos los continentes a través de sus vivencias
y de su ficción. De hecho, la biografía se organiza en cuatro bloques, cada uno
de ellos correspondiente a un lugar, representativo de un continente, anclados
por cuatro de las principales obras del autor polaco: El agente secreto,
Lord Jim, El corazón de las tinieblas y Nostromo.
Estamos
ante una época de cambios, el inicio de la globalización y una nueva forma de
entender la literatura. Las tensiones deberían servir, como nos indica la obra
de Conrad, como oportunidades para hacernos mejores, dado su impacto moral. La
batalla entre hacernos la suerte y no ser dueños del destino es una constante,
tanto en la vida real como en la narrativa, de ahí ese principio creativo de
Conrad, que sostenía que la literatura debe provocar unas sensaciones tal
vitales como la realidad. Sin darnos respuestas de manual, nos vamos dando
cuenta de que deberíamos empezar a orientarnos de otra manera, en la que nos
afecta más todo lo que sucede en cualquier rincón del planeta. Así es como
surge la obra de un autor que es a la vez romántico y existencialista: «La
ficción de Conrad suele ordenarse en torno a unos momentos determinados en los
que una persona toma una decisión crítica. Son los momentos en los que puedes o
bien engañar al destino o bien sellarlo para siempre».
Preocupada
por la faceta más sentimental de la humanidad, Maya Jasanoff nos ofrece un
libro nada filológico, ni siquiera cuando entra en el ambiente más histórico en
la medida en que puede afectar a Conrad. De lo que se trata, da la impresión,
es de comprobar cómo nos impacta y modifica lo que percibimos, lo que nos llega
por los sentidos o a cuenta, digámoslo de nuevo, del destino. De lo que se
trata es de hablar de la experiencia y cómo aprendemos a través de ella, cómo
nos sacuden las emociones, que a continuación serán sensaciones y que
terminarán por transformarse en sentimientos una vez hayan reposado, o las
hayamos digerido o razonado. Porque Conrad se empeñó en ser uno más de
nosotros, en crear personajes que también pertenecen a nuestra gente. Para ello,
Jasanoff le rodea de las personas que influyeron de una u otra manera en su
vida, aunque siempre con afecto, construyendo su hogar y su polis: «la única
clase realmente digna de consideración es la de los hombres honrados y capaces,
sea cual sea la esfera de la actividad humana a la que pertenezcan», dejó
escrito Conrad. Viajero con debilidad por la navegación a vela, Conrad
regresaba de sus días por el mundo «con los ojos ablandados y la cabeza
endurecida», dice Jasanoff, que añade la paradoja de mostrarle, con cada viaje,
como más romántico y más cínico. La guardia del alba es una obra
reveladora, en el sentido en que está diseñada para descubrir quién fue Jósef
Teodor Konrad Korzeniowski, Joseph Conrad. No es tanto un recorrido por los
detalles de su biografía como un desvelamiento de las causas que le afectaron.
Por eso es un libro importante para los amantes de Conrad, pero también para
quien quiera descubrir todo lo que se puede hacer a partir de los descubrimientos
de una investigación sobre alguien a quien nos es inevitable querer, porque nos
ha dado algunos de nuestros mejores instantes, algunos de nuestros más sanos
sentimientos.
Fuente: Zenda
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