La frontera invisible
Javier Reverte
Plaza y Janés
Barcelona, 2022
317 páginas
Si uno llega a la vejez,
se verá atado a los tarros de pastillas y pensará que ha naufragado cada vez
que se echa una de ellas al coleto. “La vida ha sido”, se estará diciendo, para
luego reflexionar sobre la razón de todo esto. Uno ha pasado sus días y sus
noches aguardando a que sucediera algo a lo que llamar vida, y de repente se
encuentra dudando si las pastillas son la tabla a la que asirse en el naufragio,
o las vitaminas para poder seguir aspirando a ser un pequeño dios en su propia
morada. En realidad, sólo sirve salir a buscar la vida, caiga quien caiga,
sabiendo que es muy posible que el que caiga sea uno mismo. “No somos nada”,
nos repetimos, pero deberíamos seguir la frase con una comparación: somos nada si nos enfrentamos a qué. Entonces
nos daremos cuenta de que sí, que somos mucho.
En realidad, la obra de
Javier Reverte (Madrid, 1944 – 2020) posee ese gran valor: somos mucho frente
al mundo, somos mucho frente a los demás. Porque ni el mundo ni los demás son
algo a lo que enfrentarse: son nuestros compañeros, y es así como vamos siendo
conscientes de cuánto valemos. En este mundo sólo hay una cosa que merece la
pena, y ésta es querer y ser querido. Javier Reverte emprende un viaje hacia
Estambul, Ankara, Teherán, Isfahán, Persépolis, agarrado a sus pastillas para
la tensión arterial, sin lamentar que la energía no sea la misma que cuando
tenía treinta años. El viaje no es largo, ni es acrobático. Pero contiene, para
el lector, esa especia que nos empuja a querer partir.
Vuelve a construir un
relato como casi todos los últimos que ha publicado: una imagen, la de la bellísima
Plaza Real de Isfahán, basta para ponerse en marcha; en el camino tendrá
compañeros y ayudantes por los que sentir admiración y cariño; será un
observador incansable, siempre abierto, siempre curioso; y nutrirá buena parte
del texto de otras lecturas, de otros viajeros, a los que cita con frecuencia,
y sus impresiones sobre los lugares, y de una documentación extensa, que
reelabora para sustituir lo que sería el cuerpo de un libro de texto por unos
relatos en los que deleitarse.
Como literatura, la experiencia
que nos brinda es sencilla. Nadie dijo nunca que la gran literatura tiene que
ser una cocina muy elaborada. Reverte sabe que a muchos lectores no les resulta
tan sencillo partir. Y para ellos, para todos ellos, ha elaborado un proyecto
literario del que hoy, con infinita tristeza, nos despedimos.
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