A merced de una
corriente salvaje
Henry Roth
Traducción de Miguel
Sáenz, Beatriz Ruiz Arrabal y Pilar Vázquez
Alfaguara
Barcelona, 2022
1389 páginas
Tras casi sesenta años de
silencio literario tras la publicación de Llámalo sueño, Henry Roth
comienza a escribir esta monumental (valga aquí el adjetivo tan llamativo como
sobreusado) obra autobiográfica, que no cesaría de revisar hasta el día de su
muerte. De hecho, el primero de los volúmenes apareció un año antes de su
muerte, en 1995. El protagonista, trasunto del propio Roth, es hijo de
inmigrantes judíos y sobrevive en un barrio de Manhattan donde la oscuridad
vital es la dueña de los destinos. Salir de ese ambiente, dejar atrás a una
familia tóxica que incluye una relación incestuosa, en la que sólo contrasta el
cariño de su madre, será el camino empinado que emprenda el protagonista. La
acción se sitúa entre los años 1914 y 1927, es un bildungsroman, pero
narrado desde finales de siglo por un autor consciente del tiempo que ha pasado
y cuyos registros afectan a la memoria. Además, introduce elementos de ficción con
tanta sutileza que no sabemos distinguir qué parte es recuerdo y qué parte
imaginación. En cualquier caso, la potencia emocional no sufre ninguna mella y
será, eso sí, el gran impacto que consiga la obra.
La novela consta de
cuatro libros. Aunque se considera que el primero de ellos, Una estrella brilla
sobre Mount Morris Park, es el de menor calado artístico, la presentación de la
familia, de la vida marginal de la inmigración, la recreación del ambiente y la
dialéctica entre el niño y el adulto que recuerda, otorgan al relato tensión
narrativa, drama y altura literaria. La suficiente como para emprender la
lectura de los tres volúmenes siguientes, que jamás desfallece. Cada mudanza
que sufre el niño protagonista representa algo parecido a la expulsión del
Edén. Nada hay más terrible que la pérdida de las ilusiones, que la necesidad
imperiosa de conseguir unas ilusiones nuevas. Por otra parte, se cuestiona la identidad,
de origen judío, confiando en que sean los demás quienes le ayuden a asentar
cimientos personales. La realidad humana volverá a enfrentarse con el deseo de
humanidad, y la indefinición personal volverá a ser, como en tantas ocasiones,
el origen de una obra maestra literaria. A partir de ahí, la épica estará
servida: nada está por encima de la forja a que nos vemos obligados a diario,
esa que nos obliga a renacer constantemente y a sobrevivir contra todo
pronóstico.
El judaísmo, del que no
consigue desprenderse entre otros por motivos sociales, pues la gente le mira como
partícipe de tal, y el rastro sexual, marcado por su relación con la hermana,
forman los coágulos de la psicología de este personaje, que no sabe si sentirse
integrado o fuera de lugar. La flagelación surge así tanto desde el exterior
como desde dentro de la propia piel. ¿Qué buscar a modo de consuelo? Los
placeres serán insuficientes y en ocasiones da la impresión de confiarse a esta
confesión. Considera que no es lo bastante bueno como para estar sobre la
superficie del mundo y que el mundo no es lo bastante bueno como aceptarle. Uno
es a la vez ave rapaz y ratón. Uno puede sentirse mal por la relación con la
hermana pequeña, pero también sufrió acoso de pederastas. El sexo será una
presencia venenosa para siempre. En la obra no existe el sexo sin violencia,
aunque sea en forma de amenaza.
Como en tantas ocasiones,
será la amistad el mejor refugio, el sentimiento más puro y más sano. Aquí se
demuestra más novela de iniciación que nunca. Se nos irán presentando a un
amigo tras otro, en una idealización que contiene tanto la memoria emocional
del momento como la del anciano que recuerda. Los chicos que va descubriendo,
le descubren, a su vez, algo que uno podría llamar el espíritu de América, o lo
que le gustaría que fuera el espíritu de América. A través de ellos se amplía
el mundo, hasta llegar a la poesía y a un mundo fuera de su entorno, de su
ambiente, de su oscuridad. A estas amistades de muchachos, le sucederá la de
una mujer que terminará por convertirse en su mecenas y su amante. Así dará cierto
descanso a su malestar, en un ideal romántico sobre el que descansar tanto como
para permitirse vivir y comenzar una producción literaria.
La huida, porque no se
nos ocurre llamarlo de otro modo, de su barrio, será el momento culminante de
la obra y, posiblemente, de la biografía de Roth. Y en esta huida están muy
presentes los libros, ese mundo paralelo tan lleno de satisfacciones sencillas.
De hecho, encontrará que en la suciedad de ese pasado hay mucho humus del que
alimentar una producción artística. Estamos, en definitiva, ante una crónica
salvaje de la vida de un marginado, una novela de iniciación en el que el
descubrimiento de uno mismo funciona como un psicoanálisis y como una terapia
compartida. La epopeya nos lleva de la presión de un padre intimidado e intimidante,
a una liberación poética en la que la literatura de autores como Joyce cumplen
su mejor función: desvelar sueños. Viajamos de los sentimientos de inferioridad
y sumisión a la transformación en un hombre completo dentro de la sociedad
americana, que ya sabemos que se trata de un poliedro con caras no siempre
limpias. Estamos ante una gran novela que no nos arrepentiremos de haber
comenzado y de haberle dedicado tantas horas de lectura.
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