Tres truenos
Marina Closs
Tránsito
Madrid, 2021
150 páginas
El destino está en las
filias de nacimiento de las tres narradoras: son perdedoras desde el minuto
cero de su vida. Así es como poseen tanta libertad para hablarnos. Se trata de
tres monólogos directísimos, pues hablan sin cortapisas con uno o varios
interlocutores. Closs manipula el lenguaje para darle una forma oral que
podríamos considerar poco literaria, si consideráramos que la literatura tiene
que ser solemne. Por suerte, no lo es. De ahí que este tono de confesiones
resulte tan depurado y tan natural, y, sin embargo, se trate de un ejercicio de
estilo muy elaborado. De ahí que la inocencia se entrelace con el desgarro. La
muestra nos habla de una soledad que nos atañe, pues cada cual somos protagonistas
de nuestra vida, a pesar de que las decisiones no las tomemos solos, a pesar de
que se nos impongan las consecuencias del pecado original. Hay algo de absurdo
en los ambientes que recrea Closs, algo que con un poco más de impulso nos
llevaría al humor, por las estúpidas costumbres impuestas que se reflejan, por
ejemplo, o por la crueldad de las leyendas en las que crecieron las protagonistas.
Pero se impone la imposibilidad de adaptarse. Se impone la sensación de que no
existe la opción al descanso ni la alteración del placer. No se les dará
ninguna satisfacción a las narradoras, a no ser que consideremos follar como
una satisfacción. Son tres mujeres muy jóvenes, sin defensas elaboradas ante los
acosos del planeta. Viven desconociendo que vivir puede entenderse como un
regalo. Caminan por la selva brasileña o se alojan en una aldea endogámica.
Cosen trajes para las bailarinas y entran a servir en la casa de un hombre con
el espíritu tullido. Son seres que nacieron minusválidos y cuya confesión solo
explica, no justifica nada, porque eso que conocemos como destino carece de
justificación posible.
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