Querido Ricardo: he leído tu libro, concienzudamente, como se leen los libros de los amigos y creo que has escrito un libro extraordinario. O al menos uno de los que yo calificaría como tal muy alejado afortunadamente del aluvión de libros que nos invaden. Un libro extraordinario en la trama, en los personajes, ese comienzo cuando caen las torres gemelas, ese ritmo pausado del día a día, esa chica marcada que se nos escurre entre los dedos, y esos gemelos a los que tenemos que adorar desde el comienzo, personajes fuertes, decididos y siempre dispuestos a la ternura que nos enamoran desde la primera página. Llevas la trama con mano firme, sin desviarte ni un milímetro de lo que quieres decir, y consigues que nos quedemos a vivir con ellos, que acompañemos en su investigación a esos chicos, que vivamos desde el corazón cada página mientras intentamos adivinar la siguiente curva. Un acierto absoluto esa primera persona del plural, ese desdoblamiento que nos mete más en la novela si cabe.
Pero no nos engañemos has escrito un libro durísimo, sin tregua para los "malos" o debería decir "las malas", has metido el escalpelo en la herida sin ninguna piedad, queriendo abrir sus bordes ¿puede sanar?... Y ese abrir y desinfectar resulta doloroso, muy doloroso
Me ha gustado todo del libro, la trama, el planteamiento, el lenguaje, los guiños (o los palos) a las diferentes cosas, política, universidad, psicoanálisis, maternidad, sociedad llena de trampas, los personajes ya te he dicho, el tono muy medido sin perder nunca el horizonte, pero me duele y esto es absolutamente personal, ver que todavía hay heridas que no han cicatrizado, ni lo harán seguramente y que vas poniendo tiritas porque lo mismo que te hiere tanto, te hace un grandísimo escritor.
Charo Ruano
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