Africanos en Madrid
Nicolás
Melini
Reino
de Cordelia
Madrid,
2017
117
páginas
Ese
mendigo que sale corriendo cuando escucha el grito “¡Al ladrón, al ladrón!”, y
salta como un jaguar sobre el carterista, ese que se niega a recoger la dádiva
de manos de la mujer agradecida, para luego volver a su puesto de hombre
estatua, de top manta, de pedigüeño, ese mendigo, ese pobre, es africano.
Nicolás Melini (Santa Cruz de la Palma, 1969) recoge en este libro varios
textos sobre los senegaleses que viven en Madrid. Senegal es la metonimia de
África: hombres con la piel oscurísima, sin la elegancia nilótica ni el
mestizaje magrebí, que habitan en el país desde el que partían los barcos con
miles de esclavos en dirección al nuevo continente. Ese país en desarrollo, que
ya pasó por sus años de moda dentro de las agencias de turismo, pero que sigue
conservando las costumbres, las tradiciones y los vínculos propios de África,
la África asequible, no el corazón recóndito, ese es Senegal.
Desde
allí vinieron mareas de personas, sobre todo hombres, algunos ya
nacionalizados, otros escondidos en las casas donde una mujer diez años mayor
que él les mantiene ocultos a cambio de compañía. O tal vez de sexo, pero ese
tema Melini tiene el buen pudor de mantenerlo apartado. Él ha compartido su
pobreza con ellos. Y en esa pobreza también está una identidad, que es el
baile, que es la gastronomía, y que es un inevitable sentimiento de culpa.
Siempre la maldita culpa: por huir, por no conseguir las promesas, por sufrir.
Melini ha visitado los Centros de Internamiento para Extranjeros, esos campos
de concentración, y conoce de primera mano la obscenidad policial y, por encima
de todo, la obscenidad administrativa. Porque la policía es la mano de la
autoridad, no la autoridad misma, aunque en la voluntad de cada uno de ellos
está la posibilidad de rebelión.
A
través de algún ejemplo, se nos expone el choque cultural, en el que la
situación entre parejas de los dos continentes es la forma más evidente. Las
diferencias de sentido del orgullo, del amor y la relación en vertical al ser
una de las partes más rica que la otra. La dependencia y su maldición, que es
el interés, algo que incapacita para reconocer si lo que uno siente es
auténtico amor, forma parte de la trampa y de la mentira, pues hasta se ocultan
segundas nupcias.
Pero
en el interior y en la convivencia entre senegaleses se sigue conservando su
talante social propio, su sentido de la familia, sus vínculos, de carácter tan
diferente que marcan una frontera casi impermeable. Es necesario tener una
mente abierta a todo para comprender y compartir. Algo que dificulta, por otra
parte, la nueva colonización, la del Fondo Monetario Internacional.
Y
luego están esas segundas generaciones, esas niñas que nacen en Madrid y
aprenden a enamorarse en Madrid. ¿Cómo pueden aceptar un matrimonio concertado?
Melini no resuelve. Expone. Centrándose en los africanos en Madrid, el texto
trata, en realidad, de lo difícil que es vivir.
Fuente: Culturamas
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