Los
verdaderos héroes del Himalaya
Bernadette
McDonald
Traducción
de Rosa Fernández-Arroyo
Desnivel
Madrid,
2024
270
páginas
Ladakhi,
astori, magari, sherpa, hunza, rai, gurung, bhotia... gentilicios con los que
se conocen a los habitantes de distintos lugares del Himalaya y el Karakórum
que han trabajado como porteadores, guías y que, finalmente, ellos mismos se
han convertido en alpinistas tan buenos como los mejores en las grandes cumbres
del Himalaya. Desde las primeras expediciones, hace más de cien años, hasta la
actualidad, con todos los triunfos y todas las tragedias que pueden haber
ocurrido en uno de los territorios donde la aventura no puede sino producirse encadenada
al sencillo hecho animal de seguir respirando. Bernadette McDonald (Biggar, Canadá,
1951) nos trae en esta ocasión la historia de los escaladores de Nepal y
Pakistán, volviéndonos a mostrar que su calidad como escritora supera, con
mucho, a la que podría considerarse propia de alguien dedicado a un género tan
magnético como es la literatura de montaña. McDonald posee el ritmo, el
frenesí, el talento narrativo, la motivación, la capacidad creativa, la
sabiduría enciclopédica y el amor por los personajes que precisa tener todo
gran escritor.
Habíamos
leído su biografía de Voytek Kurtika o su libro dedicado a los grandes
alpinistas polacos de los años ochenta, Escaladores de la libertad, y
ahora se entrega a rescatar a los que siempre han estado ocultos porque los medios
de comunicación atienden, sobre todo, a la suerte de los alpinistas del país
propio. Conocemos bien a los europeos y a los americanos, también a algún
japonés y coreano, incluso sabemos de alpinistas de Sudáfrica, pero reconocer
la valía y las grandes aportaciones de los alpinistas locales nos enfrenta a un
nuevo punto de vista. A medida que avanzamos en la lectura, nos damos cuenta de
que todas las historias que nos contaron, incluida la de la primera cordada en
hacer cima en el Everest, estaban truncadas. Faltaba esta parte vital en la
conciencia de la narración: conocer las emociones de quienes comenzaron estando
al servicio de los alpinistas occidentales y terminaron protagonizando grandes
hazañas. En este sentido, este libro es un motín necesario.
Es
también una lección de geografía y de historia. Vamos a adentrarnos en los
hábitats de pueblos que serían desconocidos de no aparecer en imágenes de
documentales sobre alpinismo. Y así sabremos de su pobreza, que es la primera
razón que les impulsó a dejar atrás un modo de vida que apenas daba para comer,
y sabremos también de su energía, de su afán de superación. McDonald insiste,
con frecuencia, en el viejo espíritu de cordada, narrándonos como grandes éxitos
no ya las cumbres que se alcanzan, sino la solidaridad entre alpinistas, sean
de la nacionalidad que sean. Es ahí donde se entretiene y muestra los puntos
fuertes de su literatura: cuando la amistad se impone. Al fin y al cabo, los
mejores momentos literarios no tienen tanto que ver con el despliegue de
recursos filológicos como con la sensación de comulgar con un instante emotivo.
McDonald nos hablará de quienes cargaron a sus espaldas durante días a
montañeros lesionados, de Tenzing Norgay —el compañero de cuerda de Edmund
Hillary en la primera ascensión al Everest—, de gente como Little Karim a quien
se deben tantos éxitos en el K2, de quienes han subido docenas de veces al Everest
para garantizar la cumbre de escaladores extranjeros. Nos iremos dando cuenta
de que la historia que nos han contado sobre las grandes cumbres estaba
mutilada por un espíritu que también es colonialista. Será ese amotinamiento el
que trascienda en esta ocasión, el que otorgue al libro ese punto de azúcar que
nos empuja a definirlo como necesario. Por lo demás, ya lo conocíamos de obras
anteriores, Bernadette McDonald vuelve a mostrarse como una gran escritora, alguien
con un enorme talento y una inmensa capacidad de trabajo.
Fuente: Zenda
No hay comentarios:
Publicar un comentario