Las cigüeñas son
inmortales
Alain Mabanckou
Traducción de Regina
López Muñoz
Libros del Asteroide
Barcelona, 2022
277 páginas
Bajo el sol de África,
clavado en ese cielo que tanto nos gustaría amar, se esconde, lo sabemos, una
vida que puede ser muy trágica. Y se exhiben muchas sonrisas. La libertad o la
dicha de vivir con la que soñamos, cuando soñamos con África, es un lujo
occidental, una mirada que hereda algunas costumbres del colonialismo. Ese colonialismo
que ya sucedió, ese que dejó un continente repleto de desigualdades y, de
hecho, un continente que es una de las partes más perjudicadas de una
desigualdad mucho más global. No parece probable que consigamos sanar heridas,
pero no cabe rendirse. Y para ello debemos comenzar por un diagnóstico certero.
A la hora de emitir un diagnóstico se escuchan todas las voces, y eso supone
tener en cuenta obras como esta, Las cigüeñas son inmortales.
Alain Mabanckou (República
del Congo, 1966) nos habla desde la perspectiva de un crío, lo cual supone
entregarnos a un narrador inocente. Pero esa mirada inocente no es del todo
atinada. Detrás de ese niño estará el autor, o el supuesto autor, que es el narrador
ya crecido, que nos remite, como no podía ser menos, al propio Mabanckou. Se
nos presenta un país donde todo el mundo quiere que le fíen, mientras se admira
al líder de la Revolución, o se genera intriga alrededor de estas figuras.
Nuestro narrador irá despertando, conociendo el mundo, acumulando momentos propios
y momentos prestados, como los que surgen de las conversaciones entre adultos.
No cesa de extrañar lo que viene de fuera, como si todo cayera por sorpresa;
pero tampoco recibe sin extrañamiento a lo que surge de su interior, a sus
sensaciones y emociones.
Estamos ante la educación
sentimental de un muchacho en un país líquido, en los años setenta, en el que
existen varios estratos sobre los que ir construyendo la madurez: está el yo, e
imbricado al yo como la hiedra a la pared, está la familia, que es extensa y no
deja de ir ampliándose; y está el país, la función de ese término que llamamos
patria, la idea de una identidad, la necesidad de independencia para sentirse
libre o las dudas entorno a todo ello. Mientras relata aspectos de su infancia,
siente que su evolución está enlazada a la historia política del país. En
realidad, esta novela refleja a una voz que nos sacude para mostrarnos que
quiere que sepamos que todo esto, todo lo que les afecta, terminará por
traducirse en lo que uno es. Somos lo que el ambiente nos ha hecho ser.
Hasta que un golpe de
Estado pondrá en peligro a la familia. A partir de ese momento, la tensión
mellará la esencia humana. Nada hay más perjudicial que cualquier forma de
violencia, pero tener que respirarla porque forma parte de la atmósfera es algo
que sólo podemos descubrir a través de estas voces. Que nos afectarán, porque
en un relato de iniciación, de construcción de la personalidad, cualquier
pequeña sacudida nos alterará para definirnos.
Y mucho más cuando las sacudidas son salvajes. Mabanckou intenta ser
sereno y mostrarnos, eso sí, todo con mucho cuidado. Como se merece ese país,
como se merece la memoria.
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