El profesor A. Donda
Stanislaw Lem
Traducción de A. Murcia y
K. Moloniewicz
Impedimenta
Madrid, 2021
90 páginas
Siempre está detrás Sancho Panza.
Un hombre poseído por una locura, de la que podemos salir
beneficiados y que al espectador resulta divertida, pone en marcha los resortes
de una actitud que implica cierta condena social. El ímpetu conlleva una
condena: no haremos daño a nada ni a nadie, pero a pesar de ello, seremos
considerados parias, versos sueltos. Y detrás está Sancho Panza para dar
testimonio de ello, desde un punto de vista que nos aproxima al loco con mucha
ternura y, en este caso, mostrando cómo los resultados son pura expresión de
humor.
El profesor Donda está
obsesionado por demostrar, a partir de la acumulación de datos en la
inteligencia artificial, que lo contrario del error será la verdad: “la
información no es ni materia ni energía, pero está claro que existe. Por lo
tanto, debería tener masa”. Su exilio, pues el viaje es una constante en el
esquema de don Quijote y Sancho Panza, le lleva por territorios absurdos, inventados
por Lem y ubicados en un fantasioso continente africano. Al tratar sobre datos
que recogen información, trata sobre todas las articulaciones del conocimiento,
hasta el punto de inventar neologismos como interología, para definir la ciencia
central, o entretemas para referirse a sus contenidos.
Todo el conocimiento
debería ser información y toda la información debería ser ladrillos que componen
el conocimiento. Esos son los principios de un profesor que debe su nombre a la
expresión inglesa Do not do it!, no lo hagas, que nos recuerda,
inevitablemente, al preferiría no hacerlo de Bartleby, que es la némesis de
Donda. Hiperactivo, el profesor que ha creado Lem obedece a una ráfaga creativa
del autor. Esta obra corta parece surgir de un impulso que sintió Lem y no
quiso retener. Para nosotros será una comedia de extrañamiento, con ciertos
enredos y una versión del humor verbal que, sorprendentemente, nos recuerda la
ingenuidad de humoristas casi mudos, como Jaques Tati y sus personajes tan
inocentes, tan inocuos, pero con una presencia que permanece.
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