Abre los ojos
Pepa Blanes
Fuera de Ruta
Valencia, 2021
229 páginas
Los estereotipos son una maldición.
Ideas preconcebidas, prejuicios, lugares comunes, todo lo que
suponga aparcar las funciones del cerebro para alimentar proles infames, como
las que atañen al egoísmo o al odio. Uno de los problemas que ha brotado con el
cine, es la facilidad para divulgarlos. El cine ha homogeneizado demasiadas
ideas, como esa farsa que es la familia ideal, la de los anuncios de margarina,
o que la justicia es lo mismo que la venganza. Este pensamiento único se
convertirá en una trampa que se multiplica a medida que avanzamos en la vida.
¿Por qué nada es como lo hemos presenciado en el cine? ¿Es el cine una mentira?
No, ni es una mentira ni es cierto que nada sea como sucede en las pantallas.
Porque si uno sabe mirar y buscar, encuentra entre los fotogramas la propia
batalla contra los estereotipos, contra los tópicos, contra el pensamiento
acomodado y un tanto burgués, entendiendo burgués como un término peyorativo,
de consumo de hábitos del vividor bien adaptado.
Sobre esta lectura
cinematográfica a contracorriente trata este libro de Pepa Blanes, Abre los
ojos, que reivindica el papel del relato que da voz a quien no la tiene.
Frente a la narración que justifica y crea el poder, solicita un contrapoder,
un pensamiento contraintuitivo, teniendo en cuenta que la intuición se educa y
a nosotros nos educaron con muchos estereotipos. La realidad debería retratarse
con todos sus escollos, sabiendo que los relatos impondrán una norma que persigue
un interés, o que es la que interesa a alguien, a los más fuertes, a los más poderosos,
a los que muchas veces son los más malos.
El libro va desgranando
temas que atañen a lo manipulable, a lo normativo, lo que ha generado
impedimentos de diálogo, lo que se da por supuesto, tomando como referencias
una serie de películas que, en muchos casos, nos descubren que la lectura no es
unidireccional. Blanes retoma el asunto de la lucha de clases y la manipulación
que existe para negarla, planteándose una interpretación sociológica del cine y
concluyendo que los estratos sociales siguen siendo capas impermeables. Nos
habla de los estigmas que siguen azotando a lo transgénero. Se refiere al
racismo y a los derechos civiles, mostrando cómo se continúa luchando por
recuperarse de las caídas, por cobrar una merecida notoriedad. Se refiere al
mismo orientalismo que denunciara Edward Said: “al legitimar la idea del “otro”
y controlar su representación, Occidente puede seguir teniendo el control para
preservar la jerarquía”. Confronta el tema básico del cine de la Cenicienta con
la realidad de la prostitución, que es un balance entre amor e ideología, que puede
plantear el problema del clasismo de una manera reducida. Habla de la
enfermedad mental y la vincula al neocapitalismo, y a una de las expresiones
más severas del neocapitalismo que es la televisión. Se refiere al realismo
social, directamente, mencionando el instinto de bondad, que reclama sea
sincero. Entra en el tema del bien y el mal, de la utilidad de la risa y de la
sororidad. Todo ello a partir de películas, con frecuencia americanas, que es
de donde procede la mayor parte del cine que consumimos, que a veces no se
crearon para ser interpretadas como ella lo hace. Y nos advierte contra los
peligros de una nueva forma de esclavitud. De ahí que esta lectura sea un
hallazgo sobre educación social que no deberíamos eludir.
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