Historia de la columna
infame
Alessandro Manzoni
Traducción de Elena de
Grau
Jus
Barcelona, 2021
156 páginas
Esta historia que Alessandro
Manzoni (Milán, 1785 – 1873) nos recuerda, la de la columna infame, nos vuelve
a sorprender por la intención de los jueces de ser canallas. ¿Qué puede argüir
quien decide que hasta que no escuche lo que le conviene, lo que conviene a la
multitud, hay que torturar? ¿Y qué es eso que le conviene a la multitud? No
hablamos de justicia social ni de reparto de riqueza. Hablamos, sin dilación,
de atribuir el mal que se expande a la intención de un supuesto malhechor. En
este caso, una enfermedad se dispersa entre la gente y para descargar la ira,
se decide que alguien tiene que estar intentando envenenar a los vecinos. Se
busca un cabeza de turco y se le exigen cómplices. Manzoni describe y analiza
el proceso, tanto el judicial como la evolución social de la histeria que la
peste ha generado entre la población de Milán. Y a la búsqueda de explicar por
qué se torturó con tanta infamia a inocentes, hasta que confesaron una culpa
inexistente, demuestra que pensar que al hacer las cosas como se han hecho
siempre, se están cometiendo errores que suponen sacrificio de vidas. Al margen
de alguna errata que se perdió entre las traducciones de leyes, y que nadie se
molestó en corregir. Que siempre se haya torturado significa que siempre hemos
sido infames, no que se justifique la nueva tortura.
Manzoni opone, constantemente,
un sentido de la justicia administrativo, casi legal, con el que aporta la
compasión. Y sostiene que parecen ser incompatibles. Al menos mientras sigamos
siendo quienes somos: “quien desea plantear una verdad incontrastable encuentra
tanto en los partidarios como en los detractores un obstáculo para exponerla
con sinceridad. Aunque es evidente que les queda la gran masa de hombres
apolíticos, despreocupados, desapasionados, que no desean conocerla en absoluto”.
Es decir, multitud. Leonardo Sciacia nos advierte, en una nota introductoria,
acerca del fascismo que contiene el estudio narrativo de Manzoni, y sostiene
que este riesgo sigue conviviendo con nosotros. En el texto encontramos una
sencilla frase que podría explicar el origen y la pervivencia de la infamia: “Apagar
la luz es un medio eficacísimo para no ver aquello que no gusta, pero no para ver
lo que se desea”. Así pues, necesitamos portadores de antorchas en medio de
esta cueva en la que vivimos.
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