La
ligereza
Juan
Cárdenas
Periférica
Madrid,
2024
128
páginas
Los
cuatro ensayos que componen este volumen componen una declaración de principios
de su autor, Juan Cárdenas (Popayán, Colombia, 1978), sobre los vínculos entre
ética y estética, sobre la identificación de la una con la otra, que tiene que
ver con nuestra relación con la realidad. Y dentro de la realidad se incluyen
las formas del arte. Las intenciones de Cárdenas no se quedan en mostrarnos un
parecer, porque lo que nos va expresando tiene un buen carácter universal, es
algo con lo que se nos permite comulgar a todos, un denominador común. De
hecho, el ensayo que da título al libro, La ligereza, es un diálogo de
este fenómeno, de esta sensación, con todo. Todo tipo de cultura tiene cabida
en los supuestos de los que parte, como expresa cuando llega a hablar de su
país de origen, Colombia: «El país modesto pero bien educado que había
ganado un Nobel en literatura mientras naufragaba simultáneamente en los años
de la cocaína y el plomo». Entre García Márquez y Pablo Escobar cabe casi todo
lo que existe en el planeta. En realidad, lo que viene a sostener, con un
estilo en el que no se demuestra dogma, sino diálogo, es que la ligereza es una
cualidad, una emoción, común a lo que percibimos como bueno, como agradable, y
también como alta cultura o como cultura popular. La ligereza es un
beneficio que obtenemos a través de las posibles interpretaciones de todo, pues
es con todo con lo que él elabora el ensayo, porque todo está sujeto a
interpretación. Nuestra tarea consiste en hacer que esa interpretación merezca
la pena.
Que
ética y estética son un mismo asunto, es un principio que se defiende en el
segundo ensayo, Dos jergas de la autenticidad, en el que Pasolini y Cien
años de soledad, y la lectura que el italiano hizo del clásico colombiano,
son los ejes sobre los que gira esta divagación: «Hay que desconfiar, como dijo
Gómez Dávila, de la prosa que no sonríe». Espero que se nos disculpe, pues esta
es la frase con la que se cierra el ensayo y la que contiene la hipótesis:
sonreír es bueno estética y éticamente. Tal vez el único gesto en del que se
puede deducir esto sin que se pueda discutir.
A
continuación, Cárdenas entrara en el terreno de la política y de la literatura
como forma política, como actuación que genera o modifica la polis, a través de
dos escritores que representan dos generaciones diferentes: José María Arguedas
y Mario Vargas Llosa. El ensayo Alrededor de una crisis de fe versa
sobre la utopía y el realismo, sobre ese eterno debate acerca de su
compatibilidad, y lo hace sin intención de cerrarlo, pero contribuyendo a él
desde una perspectiva que no le supone al pensador quedarse flotando lejos de
la superficie del planeta.
Finalmente,
Parábola del no retorno nos enfrenta al lenguaje a la vez que a la inmigración.
Aquí Cárdenas no rehúye su experiencia personal como migrante, como exiliado, y
se plantea qué supone este mestizaje a partir del yo: «A veces, sin embargo, me
despierto de mis pesadillas pensando que ambos habitamos una misma ciudad
espiritual hecha de fragmentos de muchas ciudades, donde somos casi nadie, un
poco nada, al abrigo de tantos nombres». La pregunta ¿quiénes somos?
busca una solución en el destino de los escritores latinoamericanos, que han
descubierto el lenguaje de los españoles —«Los españoles son, básicamente,
rapsodas, repetidores arrebatados, casi siempre involuntarios, de un poema
legendario cuyo original se ha perdido para siempre—» para aportar a la
comunicación creatividad, ligereza, a pesar de su trauma: «la imposibilidad de
fundar, la fundación imposible, el imposible de la fundación, que a su vez da
lugar al viaje errático». Lo que más transmite este libro es un espíritu
positivo, la idea de que toda creación está disponible para hacernos sentir
mejor. De nosotros depende dejar que ese sentimiento triunfe.
Fuente: Zenda